PORTAFOLIO: CALO

2000 (septiembre)
Portafolio: Calo, texto de J.Edén sobre declaraciones de Calo, para el nº 21 (septiembre de 2000) de la revista teórica sobre la historieta U; edición de La Factoría de Ideas, Madrid [acompañan al texto numerosas ilustraciones y fragmentos de historietas, la mayoría previamente inéditos]. [Disponible en Internet, desde junio de 2009 en: http://www.guiadelcomic.es/calo/entrevista-u21.htm].

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PORTAFOLIO: CALO



He de confesar que siempre he sido un lector perezoso, no sé realmente por qué motivo decidí que quería dedicarme a esto, puesto que mi afición a los tebeos nunca fue mayor que cualquiera de mis otras aficiones, la televisión, el cine, la música... De hecho, dedico mucho más tiempo a ver la tele o a oír música, que a leer tebeos (de libros ya ni te cuento; creo que la última vez que tuve uno entre las manos, Reagan era todavía presidente de los Estados Unidos). Puedo pasarme varias semanas sin leer un solo tebeo, pero no puedo pasarme ni un solo día sin mi ración de teleburra, ni de contaminación sonora. O sea, que mi forma de entender y de hacer tebeos no es la de un fanático.


A mí lo que me gusta es contar historias y lo de dibujarlas es una parte incómoda, pero necesaria, del proceso de contar esas historias.



Básicamente, a mí lo que me gusta es contar historias y lo de dibujarlas es una parte incómoda, pero necesaria, dentro del proceso de contar esas historias. Y eso sí que es realmente importante: me encanta inventar historias, lo hago continuamente, sin darme ni cuenta. Mi cuerpo puede estar haciendo cualquier cosa y mi cerebro va a la suya. Mi principal problema como historietista, es que nunca puedo dibujar todas las ideas que tengo lo suficientemente deprisa, y al final muchas ideas se mueren sin haber sido desarrolladas. Para colmo, me temo que soy un dibujante bastante lento. Precisamente, debido a lo poco que me gusta dibujar, al final me he acostumbrado a trabajar sin guion, improvisando las historias mientras las dibujo; de ese modo puedo dibujar lo que más me apetezca en cada momento. Además soy bastante vago y escribir me da pereza, para qué voy a mentir.

Mi primer contacto con los tebeos fue a muy temprana edad. Recuerdo que los domingos mi padre nos llevaba a mi hermano y a mí a una bodega que había cerca de mi casa, para comprar las gaseosas o lo que hiciera falta para la comida del mediodía, y allí vendían unos "sobres sorpresa" que llevaban dentro un tebeo de esos de Valenciana, del Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar, o El Pequeño Luchador, de los de la etapa a color, no los clásicos... Creo que esos debieron de ser los primeros tebeos que pasaron por mis manos, y a partir de ese momento nunca han faltado en mi casa. Mi hermano siempre se ha ocupado de comprar todos los que puede y yo leo los que me interesan. Con el paso de los años, a través de mi hermano o de otros amigos, siempre he tenido acceso a todos los tebeos que pudiera desear. Si no soy un lector más activo es porque mi afición no da para más.

Mi formación ha sido totalmente autodidacta. En el colegio ya era tirando a poco disciplinado, así que no iba a dejar que nadie me dijera cómo se hacían las cosas en algo tan personal y onanista como el acto de dibujar y contar historias. Para mí, hacer tebeos es un proceso que debe dar placer; por lo menos, así es como yo lo veo. Si no disfruto con una cosa, soy incapaz de hacerla, tengo una nula capacidad de sacrificio. Por tanto el único modo válido para mí es a mi manera; nadie puede enseñarme, porque nadie sabe lo que yo quiero hacer. Es como pelársela, cada uno sabe como le gusta hacérselo, y aprendes por instinto, no necesitas que nadie te dé indicaciones. Yo creo que lo de hacer tebeos, o lo aprendes solo, o no lo aprendes.

Castellón es una ciudad tranquila, con playa y montaña a pocos kilómetros, un sitio bastante agradable para vivir. Pero tiene una vida artística muy reducida y poco atractiva. Sólo conozco un fanzine que estuviera activo durante los años . en que yo empecé a tomarme un poco en serio, lo de dibujar. Era el Zapasta, un fanzine francamente bueno, en el que me hubiera gustado publicar, pero que se disolvió justo cuando yo pude contactar y hacer amistad con sus responsables (amistad que, por fortuna, conservo con algunos de ellos). El caso es que esto me obligó a moverme por mi cuenta desde el principio. Mis primeras cosas publicadas, fueron autopublicadas y tuvieron una escasa repercusión más allá de mi círculo de amigos. Estoy hablando de cuando tenía entre 16 y 20 años.

Desde que recuerdo, siempre he estado creando personajes de todo tipo. Pero de entre los primeros, en plan más serio, están los Nómadas, que era un grupito de amiguetes veinteañeros, tipo Friends. Lo del nombre es porque siempre incluía algún componente viajero en las historias, pero en realidad lo que importaba eran las relaciones entre ellos. Con estos, hice un fanzine fotocopiado en el 92. Luego hice el Alice, que era básicamente una sit-com televisiva hecha en historieta. Y en el 94 nos dio por creer que podríamos crear y , mantener una revista, El lado soleado, en la que involucramos a nuestros amigos José Fraile y Joseba Machado. No pasó del número uno, obvio decir. José y Joseba son dos tíos con verdadero talento, pero perdidos para la causa. Supongo que casos como los suyos se dan continuamente: gente con un notable potencial creativo que se asoma brevemente al medio pero, llevados de una mentalidad más pragmática o sensata que la de otros, se aburren enseguida y lo dejan. Es una pena, pero así es la vida.

Probablemente por lo que decía antes de que estoy más influenciado por el cine, y especialmente, por la tele, que por los tebeos, siempre he tenido bastante claro que el rollo que me apetecía hacer era el de historietas de corte costumbrista, urbano, y similar. Y sigue siendo con lo que más disfruto, pero eso no quita que de vez en cuando haya intentado hacer alguna historia de genero (fantasía, aventuras, o algo así). Hacer un tebeo de aventuras de calidad, sigue siendo para mí una asignatura pendiente.


Chaland es Dios. Probablemente no habrá ningún autor que me vuelva a influir tanto como lo hizo él.



Ciñéndonos al medio, Chaland es Dios, amigos. Probablemente no habrá ningún autor que me vuelva a influir tanto como lo hizo él. Chaland fue el autor que me convenció de que debía eliminar todas las líneas innecesarias y superfluas. Con él aprendí que el dibujo realista es aburrido. Que había que ir directo al grano, que dibujar era sobre todo una cuestión de buen gusto. Chaland me enseñó la belleza de la línea, la elegancia de un trazo preciso y rotundo. ¡Alabemos a Chaland!, ¡poneos de rodillas, hostia!

¿Más nombres? Vale, allá van: Serge Clerc, Floc'h, Dupuy-Berberian, Torres, Montesol, Seguí, Loustal, Sento, Ku'jpers, LeGall, Waltherý, Calatayud, Dodier, Yslaire (ya he visto que Sambre no está entre los 90 de los 90 del U; como vaya por ahí me voy a hinchar a repartir guantazos) y muchos más.

Estoy tratando de recordar qué tipo de historietas hice entre los 20 y los 25 años, pero ese oscuro periodo de mi vida se mantiene un tanto turbio en mi memoria. Fueron los años en que más esforzadamente busqué la profesionalidad dentro del medio. Cada historieta que empezaba, iba a ser mi proyecto definitivo, el que me iba a encumbrar, el puto tebeo más cojonudo de la historia. Con el tiempo me di cuenta de que con mi estilo de dibujo y el tipo de historias que hacía no me iba a comer un colín. Nunca llegaría a vivir de los tebeos, y por tanto los mega-proyectos de potocientas páginas, que luego nunca pasaban de la 10, no tenían sentido.

Más tarde, empecé a colaborar en el Como Vacas Mirando el Tren, fanzine valenciano que dirigen mis buenos amigos de Haciendo el León. Por fin, alguien hacía el trabajo sucio de vender la moto, y yo tenía toda la libertad del mundo para hacer lo que quisiera. Ya no tenía la intención de convencer a nadie de que era la polla en bote, simplemente empecé a hacer las historietas que me daba la gana y procuraba disfrutar haciéndolas. Entonces, las habichuelas me las ganaba por otro camino, y los tebeos se quedaban para el disfrute.

La oportunidad de sacar el Dios los Cría, surgió prácticamente sin proponérmelo, ya que fue David Muñoz quien le enseñó un puñado de páginas mías a Christian Osuna y a Javier Olivares, quien por entonces dirigía la colección Terra Incógnita, que editaba Camaleón. Sorprendentemente, ambos se mostraron interesados en sacar el material. Como no tenía material suficiente para dos tebeos, tuve que elegir, y finalmente me quedé con la opción Under Cómic, porque entonces daba la impresión de tener algo más de repercusión entre el público. Ya que ninguno de los dos editores aseguraba pago alguno, por lo menos que llegase al mayor número de lectores posibles. Todo el material del Dios los Cría había sido publicado ya, en el Como Vacas y en el catálogo del Certamen de Cómic del Injuve del 98, donde me dieron un accésit. Todo, a excepción de la primera historia, la más larga, la de las niñas del macro-festival. Y rápidamente pude constatar que era la historia que más gustaba.

Desde mis primeras entrevistas con Christian, éste, con su habitual ojo comercial (espero que se perciba el sarcasmo) trató de convencerme de las posibilidades de explotación de las niñas estas (¿a que suena a trata de blancas?). Y me encargó que hiciera varias tiras con ellas de protagonistas. Su intención era intentar venderías a alguna publicación de ésas de distribución gratuita para jóvenes, tipo El Planeta, El AB, el Mondo Sonoro o similares. Muchas de ellas son locales y de ese modo se podía intentar vender a varias a la vez, y de ese modo sacarles y un buen rendimiento económico.

Al final las tiras están saliendo en la revista Blue Joven, que edita el BBVA como regalo a todos los usuarios de su tarjeta joven. No me puedo quejar, tengo un público potencial mucho mayor de lo que podía esperar (la tirada de la revistilla de marras supera los 700.000 ejemplares). Desde julio, la tira se ha convertido en una doble tira, y comparto página con Javi Rodríguez (que está haciendo una cosa muy bonica). La serie, que no tenía título en el Dios los Cría, por fin ha sido bautizada con el nombre de sus protagonistas: Ángela y Clara.

Además de continuar con mis colaboraciones en el Como Vacas, también estoy metiendo páginas, siempre que puedo, en el Idiota y Diminuto de Juanjo el Rápido. Colé un par de cosas sueltas en los números 6 y 8 y en el 9 empecé una serie, titulada Rehacer mi vida. Pretende ser una historia larga, contada en entregas de dos o tres páginas, y es una historia de amor desgarradora, donde los personajes se quieren mucho y sufren aún más. Pero es un melodrama contado con sentido del humor. Quiero que sea una historia que emocione y que haga gracia. Yo soy incapaz de ver la vida sin humor, y creo que sería un autentico error hacer una historia como la de Rehacer mi vida sin meter los chistes adecuados en los momentos oportunos.

Ni en el Vacas ni en el Idiota se cobra un duro por publicar. Con el Vacas colaboro, sobre todo, por amistad con sus responsables, especialmente con la vaca Nacho y la vaca Gerardo, a quienes conocí tiempo antes de que iniciaran la revista, en un viaje al Saló de Barcelona. Y con el Idiota, por insistencia de Juanjo, otro editor tenaz, que persigue a todo aquel que le interesa para ficharlo. Pero es que además ambos son, seguramente, los mejores fanzines que se editan hoy en día en España. Ambos han conseguido atraer a una lista crecientemente impresionante, de autores. Y me gusta ser uno de ellos.

Hacia finales del año pasado, Óscar Palmer me encargó la colaboración en lo de Siniestro Total. He aquí una prueba más de lo mal que trabajo con condicionantes. Yo quise hacerla bien, trabajar como un profesional, hacerme un guion, planificar las cosas y todo ese rollo. Sabía quiénes estaban involucrados en el proyecto y que el nivel iba a ser muy alto. Estuve dos o tres días tratando de pensar una buena idea y tratando de buscar el estilo de dibujo que iba a usar. Pero fui incapaz, el tema no me apetecía demasiado, y no me concentraba. Al final hice lo de siempre: me senté, dibujé los bordes de las viñetas, los pasé a tinta, y me puse a dibujar sin saber de qué iba a ir la historia. Aún no sé si mi colaboración le gustó a alguien. Como pueden apreciar, señores editores, esto es una invitación a que me encarguen trabajos.

En estos momentos, estoy haciendo lo que será mi segundo tebeo para Under Cómic. Saldrá gracias al respaldo del lnjuve, que aparte de continuar con su certamen anual ha decidido donar unas ayudas para la edición a algunos de los autores que fuimos premiados en las ediciones anteriores. Será un nuevo tebeo de treinta y dos páginas, aunque con un formato ligeramente diferente al de los Flor de un Día, protagonizado íntegramente por Ángela y Clara. Tendrá dos historias. Mi intención es la de aportar un enfoque diferente en la forma de afrontar cada historieta de las chicas, no quiero hacer siempre lo mismo. Porque es un coñazo. Y creo que para el lector también es más divertido. La primera de las historias de este tebeo será la más singular, puesto que en ella las chicas aparecerán ligeramente rejuvenecidas, es decir, serán aún más niñas, lo cual será un poco chocante porque en el fondo la historia tendrá el mismo tono de chistes de pedos, pollas y cosas así, no sé si se me entiende. En la segunda historia, las chicas recuperarán su edad habitual y el guion será un poco menos superficial, ya que se centrará en la historia de amor (sí, otra) entre Clarita (para entendernos, la chica del pelo más corto) y un joven y guapo mozo. Creo que la gente del lnjuve quiere que todos los tebeos subvencionados salgan coincidiendo con la inauguración de la expo de los seleccionados de la convocatoria del concurso de este año, que será el próximo mes de noviembre. Así que permanezcan atentos a sus librerías más cercanas.

Por último, adelantándome a la pregunta que sé que les corroe, sobre si realmente me ponen las niñas, les responderé que sí, me ponen las niñas, las no tan niñas, las maduritas, las gordas, las flacas, las altas, las bajas y, en definitiva, cualquier cosa que tenga una raja entre las piernas y la voz algo menos grave que la mía. Denúncienme.

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